Era la primera sesión del proyecto, y estábamos igual de perdidos los dos. Al llegar al zulo que uso como estudio no tenía mucha idea de cómo quería hacer las fotos, ni cómo iba a presentarlas después; pero salí de allí con una idea sólida en mente que ha ido mutando hasta el día de hoy.
Me dijo que estaba muerta, que quería ver un cadáver, y las costillas se dibujaron solas, cubriendo unos pulmones de hierro que lo han soportado todo y unas entrañas podridas de emociones.

“Me has conocido en un momento realmente extraño de mi vida, no podría decir si bueno o malo… me siento en los huesos, hace frío en el cuarto, pero poco a poco la confianza va ganando terreno y mi pecho se inunda de color.
Cada noche ardía y volvía a nacer."
Ha sido mi primer bodypainting y he me sentido súper cómoda y respetada en todo momento. Cuando la pintura y el artista se entienden no hay más allá que un lienzo, algo más cálido y vivo de lo habitual. Repetiría y repetiré mil veces.
